China no estaba presente, pero fue el gran protagonista. El primer encuentro trilateral entre los líderes de Estados Unidos, Japón y Filipinas este jueves en la Casa Blanca buscaba hacer un alarde de unidad frente a las presiones, cada vez más intensas, del gigante asiático hacia Manila en el mar del Sur de China, donde el gigante asiático se atribuye la soberanía de casi el total de las aguas y mantiene una agria disputa territorial con el archipiélago. Washington ha tildado las tácticas de Pekín de “intimidación”.
Filipinas y China se han enfrentado en encontronazos cada vez más frecuentes, y más ásperos, de sus embarcaciones en torno a lo que en Estados Unidos se conoce como el Segundo Atolón Thomas y Filipinas llama el bajío de Ayungin. Allí, Manila mantiene una guarnición militar en un viejo navío de guerra, oxidado y encallado en las rocas para reforzar sus reclamaciones territoriales, que necesita constante avituallamiento; barcos chinos hostigan con cañones de agua y láseres a la guarnición y a quienes llegan a aprovisionarles.
A finales de marzo se produjo el incidente más serio de las últimas semanas, cuando los buques chinos dispararon con un cañón de agua a un barco logístico filipino que trataba de reponer víveres para los militares destacados en el bajío, que se encuentra dentro de los 320 kilómetros de la zona económica exclusiva filipina. El episodio que desató las firmes protestas de Manila, respaldada por Washington. Para Estados Unidos, las tácticas de Pekín equivalen a coerción y violan el Derecho Internacional en unas aguas que se consideran una de las zonas más volátiles del planeta. El presidente de EE UU, Joe Biden, abordó el asunto durante su conversación telefónica con el presidente chino, Xi Jinping, hace diez días.
Al comenzar la reunión trilateral este jueves, Biden, advirtió que cualquier ataque contra las fuerzas filipinas en el mar del Sur de China sería motivo para aplicar el tratado de defensa mutua entre Washington y Manila suscrito en 1951 y las fuerzas estadounidenses acudirían en apoyo de su aliado.
“Quiero ser claro en que los compromisos de Defensa de Estados Unidos con Japón y Filipinas son inquebrantables. Son inquebrantables. Cualquier ataque contra barcos, aviones o fuerzas armadas filipinas en el mar del Sur de China invocaría nuestro tratado de defensa mutua”, sostenía Biden. El presidente de Estados Unidos se había reunido poco antes por separado con el presidente filipino, Ferdinand Marcos, un día después de haber recibido al primer ministro japonés, Fumio Kishida, para una visita cuasi de Estado en la Casa Blanca.
Los tres países comparten una profunda desconfianza en torno a la creciente asertividad de China en Asia Pacífico y las reclamaciones territoriales del gigante asiático, que una corte internacional consideró carentes de base en 2016